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HISTORIA DE LA CALLE GRAVINA. (ANTONIO GAMITO BAENA)

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Articulo Calle GravinaSería una verdadera tontería que yo fuera a decirte donde está nuestra casa de Hermandad, pero creo que te gustaría saber algo sobre la calle Gravina. Algo más de que va desde la calle Alfonso XII hasta la confluencia de las calles San Pablo y Zaragoza, vamos a la actual Puerta de Triana.

     La calle Gravina se llamó en lo antiguo Cantarranas, apareciendo con este nombre en un documento municipal de 1408. El origen de este nombre es incierto, si bien muy indicativo del lugar. González de León lo atribuye al espacio pantanoso por el que discurría la calle. Y unos siglos antes, Juan de Mal Lara dice que ese nombre es “por unos caños y husillos que tiene por donde se limpia la ciudad”, llamados al parecer “cantarranas”. El topónimo se mantiene hasta la mitad del siglo XIX, en que se sustituyó por el actual, en memoria del duodécimo Capitán General de la Armada española Federico Carlos Gravina y Nápoli, muerto tras la batalla de Trafalgar. En un plano de 1870, figura con el nombre de Cantarranas hasta San Pedro Mártir y desde allí hasta el final con Gravina. En 1935 se tomó el acuerdo de añadirle al nombre la palabra Almirante pero fue pronto revocado.

     Para que te hagas una idea de como era la calle, te acompaño la parte del plan”o de Olavide, de 1771, en la que se ve la calle de Cantarranas, con sus dos bocacalles, Pedro del Toro y San Pedro Mártir. La calle Canalejas no existía en aquella época. Nuestra calle termina en la de San Pablo, en la que puedes leer “Ancha”. Eso es debido a que esa parte de la calle San Pablo, la próxima a la Puerta de Triana, se llamaba Ancha de San Pablo,

El ambiente de nuestra calle estaba condicionado, en gran medida, a la existencia en ella de unos de los más grandes husillos de la ciudad, pues la calle, por su proximidad al río y a la muralla, estaba siempre amenazada por las avenidas e incluso por las aguas de lluvias, que formaban lagunas e infectaban el aire de malos olores. Durante tres siglos, desde el XVI al XIX, que se dice pronto, se suceden las quejas y peticiones de los vecinos para que se proceda una y otra vez a la limpieza del gran husillo, situado en las inmediaciones de la Puerta de Triana, y para el empedrado de la calle. En 1629 los vecinos solicitan una vez más que se empiedre “pues – son palabras textuales – está desempedrada y cuando llueve no puede pasar ni el Santísimo ni las mujeres a oír misa”.

 Del barrio de Cantarranas se hizo eco Tirso de Molina en “El burlador de Sevilla y convidado de piedra”, con este diálogo entre Don Juan y el marqués de Mota:

“El barrio de Cantarranas,

¿tiene buena población?

Ranas las más dellas son”

Fdo; D. Antonio Gamito Baena

Foto: Plano de Pablo de Olavide

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